Las religiones en general y la mayoría de denominaciones cristianas en particular, han tenido, y aún tienen, mucha influencia en la conducta sexual de sus seguidores, que aún va más allá de sus fronteras denominacionales, porque a través de los siglos han influido con mucha fuerza en la conducta sexual de las culturas en las que ha tenido mucha ascendencia.
Hablar de derechos sexuales y reproductivos, desde el punto de vista de la religión, es tocar un tema que, aunque parezca mentira, sigue impregnado de tabúes anacrónicos, de machismo, de misoginia, de homofobia, por decir lo menos. En un buen sector del cristianismo aun se enseña que la mujer está por debajo del hombre, que el placer sexual es pecaminoso, que la vestimenta femenina debe tener características que no sirvan de provocación sexual para el hombre, que resaltar la belleza femenina por medio de cosméticos no es propio de una mujer virtuosa, que el homosexualismo es una desviación que Dios abomina. Conceptos que han hecho, y siguen haciendo un impacto negativo especialmente en las mujeres, la juventud y en toda la comunidad LGBTI.
Todo parte de una visión cerrada con respecto a la Biblia y la poca o ninguna importancia que le dan a las disciplinas científicas que nos ayudan a entender mejor lo que las Escrituras querían decir para su tiempo y lo que significa para nosotros hoy en dia. En otras palabras, querer aplicar literalmente las enseñanzas de la Biblia el día de hoy es como viajar por los mares con mapas que utilizó Marco Polo en sus viajes marítimos, o Viajar en un jet guiados por un astrolabio. Esta cerrada manera de interpretar la Biblia le ha causado y le seguirá causando mucho dolor psicológico y moral a mucha gente.
No todos los conceptos de estas denominaciones son neotestamentarios, sino que se vienen forjando desde épocas pretéritas a este. El fenómeno de la vida empuja a la naciente humanidad a buscar desesperadamente el sentido de las cosas. Todo, hasta ese punto, es un conglomerado de misterios, y el afán del hombre por entender todo lo que lo sostiene, le lleva a fabricar mitos rudimentarios que le den sosiego ante su insaciable curiosidad. El sexo no fue una excepción; siendo este el medio de la perpetuación de la especie, con una fuerza casi igual a la necesidad de saciar su hambre.
Cuando los humanos descubren que de la unión sexual del hombre y la mujer sale la descendencia, empiezan a tejer muchos mitos en torno a ello. Se sienten solos ante la inmensa bastedad del planeta que tienen llenar con su propia simiente. Se necesitan mucha gente para labrar la tierra, y para defenderse de otros seres humanos que les quieren robar su cosecha, su ganado y sus mujeres; son muy frágiles frente a los embates de la naturaleza, y la mortalidad infantil es muy alta.
La mujer recibe toda la carga de esta presión natural. Ella es la culpable cuando solo da a luz niñas y no niños, ella sola es la causa de la esterilidad tanto suya como la del hombre que la posee; ella es una mujer que no sirve para nada, cuando no puede concretar un embarazo; se pecaminiza la masturbación, porque es un desperdicio de semilla tan necesaria para el crecimiento demográfico de esas pequeñas comunidades surgentes, pero se sostiene esta creencia por miles de años, causando culpabilidad innecesaria especialmente a los jóvenes. Y sin entender y aceptar que esto tenía un relativo sentido en aquel entonces, lo aplican el día de hoy por esa cerrada forma literal de interpretar las Sagradas Escrituras.
Capítulo aparte merece la condición de las comunidades LGBTI en el mundo entero. No solo son segregados y menospreciados en las comunidades cristianas conservadoras; hay países musulmanes en los que son duramente perseguidos, torturados y asesinados el día de hoy. Aunque en Occidente no es tan así, pero se siguen usando unos pocos versículos de la Biblia, mal interpretados, para perseguir y torturar psicológicamente a nuestros hermanos y hermanas de la comunidad LGBTI. Hacemos muy bien en esforzarnos en publicar y hacer entender la urgente necesidad de liberar, especialmente a la juventud, de todos esos tabúes y supersticiones en torno al sexo, para una buena salud integral de estos. Dios hay creado el sexo para la procreación y el placer de todas sus criaturas; sin que esto quiera decir una conducta relajada e irresponsable en el uso de él.
Por: Pablo Espinoza
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