El regreso de Trump

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, EEUU se erigió como el gran defensor de la democracia liberal, el sistema capitalista y la sociedad plural. Se suponía que sus enemigos existenciales eran los diversos autoritarismos comunistas o los fundamentalismos religiosos (la antigua URSS, China, la Rusia de Putin, Corea del Norte, Cuba, Irán, etc.). Pero de pronto en el corazón mismo del sistema empezaron a prosperar populismos de extrema derecha, inicialmente controlados bajo el «cordón sanitario» de los partidos democráticos. Ahora ese cordón se ha roto. En Occidente la extrema derecha se está instalando en el poder (Meloni, Le Pen, Orbán, Milei). Los partidos de derecha democrática, que resistieron un tiempo esta ola, ahora son sus cubiles. El regreso de Trump representa la cumbre de este nuevo momento de la historia global. Pocos imaginaban que la principal amenaza a la democracia liberal se instalaría en el núcleo mismo del sistema.

Claro que el modelo de la democracia liberal nunca fue realmente consistente con sus ideales. Los autoritarismos de derecha usualmente fueron vistos con más tolerancia, si no apoyados por EEUU. Pero al menos los ideales estaban allí, nominalmente celebrados por el sistema. Sirvieron para expandir derechos a las minorías y, al menos, autorregular un poco las ambiciones imperiales de Occidente. Ahora esos ideales parecen arriar sus banderas. El autoritarismo, el imperialismo, el odio a las minorías ahora se tornan en el discurso oficial. Y con el aplauso entusiasta e insólitamente solidario de un gran sector de los pobres, descontentos con el modelo, y de los ultrarricos, los auténticos amos del sistema. El sistema global que surgió luego de la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial, ahora parece contaminado de él. No diré que la situación es equiparable. La historia no se repite exactamente. Hay frenos potentes en las sociedades occidentales como para resistir esta ola autoritaria. Eso ni siquiera existe en China o Rusia, autocracias que algunos nostálgicos de izquierda ven como alternativa. Pero vaya arduo trabajo que nos espera. No solo en los EEUU. En todo el mundo el fantasma autoritario nos pone a prueba

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