Por Pablo Espinoza
El caso del Sodalicio es una vergüenza total para la Iglesia Católica del Perú y del mundo; y por supuesto, para cada católico de las bancas. Para los que no tienen conocimiento del caso (especialmente mis amigos y lctores extranjeros), aquí una breve descripción del mismo:
En 1971 Luis Fernando Figari, un “devoto católico” laico, con la aprobación del Papa Juan Pablo II, funda el Sodalitium Christianae Vítae (SCV), comúnmente conocido como el Sodalicio, con la finalidad de preparar a jóvenes para la vida consagrada y totalmente entregada a Cristo.
Figari pretende inspirarse en principios de vida cristiana plateada en sus respectivos tiempos por conspicuos personajes de la historia monástica de la Iglesia Católica. No dudo que todos ellos deben revolverse en sus tumbas al ver sus nombres relacionados a este oscuro personaje, tan protegido por los obispos peruanos, especialmente por el Cardenal Cipriani, hoy él mismo involucrado en un escándalo de abuso sexual a un adolescente en el confesionario.
El tal Figarí no era ningún santo, ni devoto de ningún Cristo ni de ninguna Virgen María, tenía muy bajos instintos y un diabólico carisma, que hacía que jovencitos blancos, de familias adineradas, de rostro atractivo, de buena anatomía, especialmente de glúteos redondeados, le creyeran y le siguieran ciegamente. Uno de sus principales ayudantes, un tal Germán Doig, que estuvo a punto de ser beatificado para ser elevado a los altares, vía la simonía muy usada en estos casos, era tan perverso como el mismísimo Figari.
Los obispos peruanos, con el pedófilo Cardenal Cipriani a la cabeza, no se alarman con las denuncias; las esconden, esperan años de años antes de reaccionar; y cuando reaccionan no lo hacen porque es su deber, si no por escándalos mediáticos; porque ya no se puede tapar el sol con un dedo. Pero no hacen ningún mea culpa, no señores. Esperan que el caso se enfríe para que, según las leyes, los casos prescriban y los acusados no vayan a la cárcel.
En el Perú el caso Sodalicio ha tomado 25 años antes de que el Papa los sancione, los declaren degenerados pedófilos contumaces. Y no hay uno solo de ellos en la cárcel aún. Y tal vez no lo haya nunca, por eso de prescripción de algunes crímenes. ¿Les parece que anda bien esa organización que se llama así misma la “La Santa Madre Iglesia”? Y no es solo en el Perú. El caso de los Legionarios de Cristo en México es peor, porque tiene más de 25 años ese escándalo y no hay nadie en la cárcel, y esa organización, que no pudo haber nacido de un carisma del Espíritu Santo, sigue vivita y coleando. Obispos y cardenales la defendieron a capa y espada. Se sabe a ciencia cierta que el Papa Juan Pablo II y Benedicto XVI sabían perfectamente quien era Marcial Masiel, el fundador de Los Legionarios de Cristo, Juan Pablo lo llevaba en sus viajes triunfales por el mundo, a sabiendas. Benedicto lo encerró cuando el escándalo ya no podía esconderse más.
En EEUU hay 4.500 casos de abusos de niños por curas pedófilos, en Chile, en Alemania, en Irlanda del Norte, en Australia, en Francia, en Bolivia. Díganme en que país no. No cabe duda de que este es un modus operandi, de esta organización. Recuerdo que me hice muy amigo de un colega de estudios. Él me contó que era hijo de un cura que violó a su madre. La pobre mujer violada fue a quejarse al obispo y el esperpento ese la voto a gritos de su oficina diciéndole que si seguía “calumniando a sus sacerdotes” la iba a excomulgar. Sin ninguna investigación ni nada. Eran los años 50. ¿Han cambiado en algo? Tengo mis serias dudas. Pero no quiero terminar sin aclarar que mi preocupación es por los curas, obispos, arzobispos, cardenales y hasta los mismísimos papas que han guardado silencio ante estos abusos. Pero quiero reconocer también que hay sacerdotes con vocación sacerdotal genuina y sobre todo con el carisma del servicio al prójimo. También hay católicos de las bancas que su fe no depende de lo que haga o no haga la jerarquía católica, sino de su fe sencilla y genuina. Pero me queda la duda de porqué no dicen o hacen algo. Se rasgan las vestiduras por la obra “María Maricón”, que no le hace ninguna mella a la verdadera María de Nazaret, madre de Jesús, pero nadie desde las bancas dice nada por los miles y miles de niños violados y marcados malamente para toda su vida. Son miles de miles en todo el mundo. ¿Saben porqué no dicen nada? Porque el violado o violada no son sus hijos. Solo quisiera hacerles reflexionar: ¿cómo se sentirían si lo fueran?
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