Proceso de construcción de la «Mesa de justicia de género y derechos humanos» como espacio de diálogo entre organizaciones de fe y organizaciones de DD. HH.

En este ensayo comparto con ustedes el proceso de construcción de la alianza entre iglesias evangélicas y organizaciones defensoras de DD. HH. no creyentes como LIFS y el Movimiento Flora Tristán en el espacio de la Mesa de Justicia de Género y DDHH (MJGDDHH); presentaré los puntos comunes en los que basamos nuestra alianza, las dificultades en identificar las bases de nuestra alianza, las acciones que hemos realizado y las que haremos en el futuro.

INTRODUCCIÓN

Inicio con una breve presentación de LIFS: Esta es una organización de lesbianas feministas socialistas, creada en 2005. Tiene dos líneas de trabajo:

1.- La incidencia para el avance de DDHH de las mujeres específicamente: lesbianas, bisexuales y queer.
2.- Aportar a los feminismos y movimientos sociales para la lucha por los cambios culturales, políticos y económicos que nos permitan vivir a todas y todos en una sociedad cuyo centro sea la sostenibilidad de la vida en todas sus formas en nuestro planeta.

Como pueden notar, el primer eje es para resolver los problemas urgentes que enfrentan las mujeres, en especial las lesbianas; y el segundo es para aportar a la resolución de los problemas de fondo que enfrentamos como especie humana. Esto es, la construcción de nuestro futuro; para este fin las feministas hemos formulado una serie de propuestas que resumimos en el lema «Otro mundo es posible».

ANTECEDENTES DE LA MJGDDHH:

Búsqueda de Alianzas, pero ¿cómo? Para nosotras, plantearnos una alianza con sectores cristianos inicia a fines del 2021, en ese momento, recibimos la invitación a ser parte de la campaña “Desfundamentalízate” organizada por CIERP (Centro de Investigación en Religión y Política).

Me pareció sorprendente que un sector de iglesias evangélicas nos invite a una campaña para hacer frente a la influencia de discursos religiosos fundamentalistas en políticas públicas, ya que, está claro por nuestro nombre quienes somos. Si bien, para nosotras fue claro que nos invitaban a ser parte de la campaña “Desfundamentalízate”, sabiendo quienes somos, nos pareció que debíamos precisar cuáles eran nuestras condiciones para sumarnos a este espacio, que son las siguientes:

1.- Nuestra participación se hará sobre la base de nuestra identidad política: somos lesbianas, feministas y socialistas, no somos una institución creyente o cristiana, más aún, algunas de nosotras, luego de un proceso personal, nos decimos ateas.

2.- Consideramos que nuestra participación en una campaña con iglesias evangélicas y organizaciones cristianas es sobre la base de una alianza política entre iguales, con claridad en la búsqueda de objetivos comunes.

La segunda condición que planteamos, nos presentó inmediatamente estas interrogantes, para construir una alianza basada en la confianza más allá de sentir la urgencia de resistir a la acometida conservadora fundamentalista, lo cual no es poca cosa, ¿qué más tenemos en común? ¿tenemos principios comunes que nos permitan sortear los prejuicios y temores, de ambos lados?

ENCONTRANDO PUENTES

En ese escenario, en julio de 2022, se nos invitó al “Forum Público sobre los fundamentalismos y Nuevos Derroteros” para conversar sobre Estado laico. Un día antes de nuestra charla, asistimos a una conferencia y la ponente insistió en hallar los puentes que necesitábamos tender entre las iglesias e instituciones feministas. Ese llamado conectó con la pregunta que nosotras nos hacíamos: Alianzas sí, pero ¿cómo? Entonces, la charla sobre Estado laico que debíamos dar se convirtió en la oportunidad para plantear no solo nuestras dudas, sino nuestras respuestas.


Llamamos a esa charla “Estado laico, sociedades laicas e iglesias laicas”, un título llamativo para provocar el diálogo. Expusimos que teníamos la misma interrogante y que proponíamos dos principios para afianzar nuestra alianza:

1.- En primer lugar, el principio de laicidad como un elemento indispensable para la convivencia respetuosa en una sociedad democrática, esto nos llevaría a exigir un Estado laico, a construir una sociedad laica por tanto instituciones religiosas y civiles laicas o prácticas espirituales laicas.
2.- En segundo lugar, llamamos la atención en que la utopía feminista era muy similar a la utopía cristiana o reino de dios, según Isaias 11: 6, es decir, que compartimos horizontes similares.

Ambas propuestas llamaron la atención, pero, no sé si desafortunadamente, al final de la exposición, planteamos que para construir una alianza sobre la base de la confianza debíamos enfrentar los prejuicios y temores que tenemos unas de otras y esto nos distrajo de dialogar sobre las dos propuestas anteriores.

CREACIÓN DE LA MESA DE JUSTICIA DE GÉNERO Y DDHH

Con la sensación de que habíamos revuelto el avispero, seguimos en la ruta. Así en noviembre de 2022, la organización Paz y Esperanza, nos invitó a ser parte de la Mesa de Justicia de Género y DDHH; en realidad a construir la Mesa, pues no estaba hecha. Junto con representantes de iglesias luterana, anglicana, metodista, teólogas, teólogos de iglesias inclusivas y Flora Tristán, organización feminista.

Retomamos nuestros diálogos sobre los principios que suscribíamos todas y todos para que fueran base de nuestra alianza y de los mensajes que transmitiríamos. Fueron reuniones cordiales con una que otra diferencia o tensión porque tenemos sentidos o significados con matices diferentes para términos como laicidad y laicismo; así como, la participación de las iglesias en políticas públicas.

Para solucionar estas diferencias hicimos cuatro comisiones o grupos de trabajo para trabajar sentidos o significados comunes, estas fueron las siguientes:
Justicia de Género, Educación Sexual Integral ESI, “La homosexualidad no contagia” y Laicidad. Los resultados de este trabajo conjunto lo podemos ver en la publicación ESTADO, DIVERSIDADES, IGUALDAD Y EDUCACIÓN: REFLEXIONES DESDE LA FE. Es una versión para su difusión a cualquier clase de público, especialmente el público creyente.

RETOS A SORTEAR.

La discusión sobre el reglamento de la MJGDDHH, nos plantea retos para continuar esta alianza, no son nuevos, surgieron en el Encuentro que tuvimos en julio de este año. ¿Tenemos la misma urgencia para enfrentar a los discursos de odio y a sus voceros? ¿Estamos de acuerdo en cómo hacerlo? Para nosotras es necesario responder estas preguntas porque los fundamentalismos y los fundamentalistas han presentado a las lesbianas y LBGTIQ+ como los enemigos a destruir, hemos sido caracterizadas por ellos como los “demonios” que producen el caos en el orden que han encontrado a través de sus creencias. Caracterización semejante a las brujas durante la edad media europea, así lo explica la historiadora Silvia Federici en su libro Caliban y la Bruja , y perseguidas por la Inquisición en nuestras tierras, tal como lo investigó Maria Emma Manarelli y lo publicó en el libro “Hechiceras, Beatas y Expósitas”. Por esto, para nosotras enfrentar los discursos de odio en los medios de comunicación, en las redes, en las calles es cuestión de sobrevivencia y es urgente.

Además, como dice Nicolas Panotto, para transformar estas corrientes totalitarias hay que exponerlas, confrontarlas, discutirlas y debatirlas, a través del conflicto público para hacer que los voceros de estas ideas, jueguen las reglas del juego de la participación pública como son el respeto a la pluralidad de pensamientos que un estado democrático y laico garantizan jurídica y constitucionalmente.

CONCLUSIÓN

En ese sentido, considero que la creación de la Mesa JGDDHH es un primer paso para causar este conflicto público porque, como dice Nicolas Panotto, es urgente que unan fuerzas “la pluralidad de organizaciones basadas en fe, de movimientos, de espacios políticos, de académicos/as, activistas feministas y lesbianas feministas y teólogos/as, incluso de espacios de sociedad civil” y para mí, la MJGDDHH, es ese foro donde internamente nos ejercitamos en “convivir, dialogar y debatir con otros sectores, sin pretender un lugar de exclusividad y verdad absoluta”; pero, también el contexto social y político nos urge a responder hacia fuera con esas herramientas aprendidas.

Por: Esther Rodriguez

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